Montecarlo 2015: Lo peor

Este fin de semana vi la peor carrera de Fórmula 1 en años. Los escasos momentos remarcables se debieron a errores lamentables o infortunios varios. Para empeorar la cosas, si hubo algún momento de brillantez digna de mención, la lamentable realización se encargó de que nos lo perdiésemos. Parecían pinchar las cámaras a boleo y poner las repeticiones a destiempo o nunca.

El momento más lamentable en la procesión de aburrimiento lo firmó Mercedes. En los últimos años, con tanta telemetría y tanto ingeniero echando cálculos, haciendo simulaciones y opinando, parace que los equipos a menudo se olvidan de lo obvio y básico: mirar que tienen delante de las narices, en la pista. Aunque no se hubiesen equivocado al calcular la ventaja que tenía Hamilton y hubiese vuelto a salir por delante, ¿qué necesidad había de arriesgarse? En un circuito donde la posición en pista resulta esencial, debido a la dificultad para adelantar, no se me ocurre ningún motivo por el que Hamilton necesitase arriesgarse a hacer un cambio de neumáticos defensivo. Incluso aunque Vettel hubiese entrado a poner los super-blandos aún tendría que adelantarle a Rosberg y a él. Cosa que, como bien y muy a su pesar demostró Hamilton, resulta poco menos que imposible hasta para el mejor coche de la parrilla, vacío de combustible y con gomas nuevas. El pánico y la confusión de sus ingenieros le costó a Hamilton una carrera que había dominado de principio a fin. En el lado positivo, el regalo que Mercedes le hizo a Rosberg, nos ha reavivado el campeonato.

Los que no parecen interesados en reavivar nada siguen siendo los de Ferrari. Con su indecisión estratégica habitual, ni siquiera intentaron poner en aprietos a Rosberg con un cambio de gomas temprano y, por supuesto, ni se les pasó por la cabeza aprovechar la salida del coche de seguridad para ejecutar la amenaza fantasma que Mercedes trato de evitar con la parada nefasta de Hamilton. Si añadimos las mediocres actuaciones de Kimi los sábados, el panorama rojo pinta bastante lamentable, casi tanto como las gracietas de Vettel.

En el medio de la parrilla, Verstappen también se cubrió de gloria. Primero, anduvo listo aprovechando el rebufo de Vettel para adelantar rivales mientras el alemán los doblaba. Luego, se pasó de listo y midió mal la frenanda de Grosjean en Santa Devota. Para cuando se quiso dar cuenta iba de morros contra las protecciones. La experiencia de los ingenieros en medidas de seguridad suplió la experiencia al volante que le falta al novato holandés y todo quedó en un susto. A lo mejor hay que, sin que sirva de precedente, escuchar a Massa y preguntarse si diecisiete años y ochocientos caballos hacen una buena combinación...

Para rematar la riestra de calamidades aparecieron los comisarios de la FIA con sus deciones brillantes. Primera vuelta, Alonso adelanta a Hülkenberg en Mirabeau. Hülkenberg hace como que no va con él la cosa y decide trazar la curva como si Alonso le hubiese adelantado. Sale rebotado contra el muro: a tomar por saco el alerón y la carrera. Decisión de los comisarios: cinco segundos de penalización para Alonso. Vuelta setenta y dos, Ricciardo intenta aldelantar a Räikkönen en Mirabeau. Se quedar corto en la frenada y embiste al finlandés. Kimi no se come me muro de milagro. Ricciardo aprovecha a coyuntura para adelantarlo. Decisión de los comisarios: incidente de carrera. Que alguien me lo explique porque no lo entiendo...

Al final dio igual, porque la penalización no afectó a la estrategia de Alonso y el fallo mecánico que le dejó tirado en la vuelta cuarenta y dos se encargó de convertir todo esto en irrelevante. Una pena, porque después de haber camuflado el desaguisado de la clasificación —el McLaren también le dejó tirado en la Q2— con una arrancada fulgurante y una primera vuelta endemoniada, él y Button iban camino de conseguir los primeros puntos de la temporada para McLaren-Honda. El inglés logró terminar octavo. Cuatro puntos que, además de dar una inyección de moral, deja patente el progreso constante que sigue haciendo McLaren-Honda, pese a los problemas de fiabilidad y la mala suerte que tuvo el inglés en la Q2 con las banderas amarillas.

A parte de los primeros puntos de McLaren, si tengo que poner una nota positiva a esta carrera, se la pongo otra vez a Sainz. Arrancó desde boxes —lo descalificaron el sábado en la crono por saltarse sin querer un pesaje—. Terminó décimo. En Mónaco. En su primer Gran Premio por las calles de Mónaco. Un punto que sabe a victoria.


Imagen: F1Fanatic.

Antibiographía

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